domingo, 30 de septiembre de 2012

He visto el cielo

El día en que salté al vacío
las estrellas me observaban
y reían, y callaban.
Aquellos pasos incontrolados,
mi ritmo cardiaco.

Era un acantilado y corrí,
me abalancé sobre él.
Puse en ello mi alma y mi voz,
mis dedos, mi último aliento.

Salté al vacío como saltan,
no lo sé, los ángeles al infierno.
La caída es larga. El aire frío.
Y el vacío, ese vacío. La caída...
Aún estoy cayendo.

Abajo, más abajo me espera
un cuento, de ojos mudos
y sonrisas desvaneciéndose.
Me esperan nuevos tiempos.
Podría tratarse de un futuro,
en el que tú no estás
y todo es desaliento.

Podría ser... Sí, podría ser eso.
Y puede que... Puede que algún día
llegue al suelo.

Interludio

Ser pájaro y no poder volar.
Notar un peso en el estómago,
un peso. Una gran losa de piedra
y agua y sal allí encerradas.

Notar soplos de aire
y algo que sube y baja.
Un espejismo de vida.
Una estrella fugaz, un mal deseo.

Un cielo despejado, ¡mira!
Algo ha pasado y no lo veo.
Lo he visto y olvidado, y ahora...
Ahora no lo recuerdo.

O quizá sí. Quizá.
Sí, lo tengo aquí dentro.
Yo lo siento, lo siento.
Lo siento tanto, te quiero.

Una estrella en la noche,
un deseo. Una carta perdida,
una mirada y un silencio.

Un silencio.