domingo, 3 de abril de 2016

Delineantes de realidades paralelas

Delineantes de realidades paralelas,
los sueños (mis sueños)
me advertirían del peligro.
De tardes placenteras y suspiros,
tímidas caricias y manos sin dueño.

El silencio lo cubre todo, si es que lo dejamos.
Apenas unos párpados y un gesto involuntario,
una sonrisa y una voz suave.
Dar es arriesgado. No recibir, probable.
Soy yo, el emisario
de noticias ya conocidas y no tan agradables.
soy yo, entre dos aguas,
cautivado por algunas Españas,
lo claro y meridiano                          y lo insondable.

Que decaiga o no decaiga el ritmo,
y vengan o no vengan notas nuevas a rescatarlo.
Que me mire o no me mire y me hable -o no me hable-
y sea yo el cauto, el ingenuo, el que no emita sonido y
el que no pare.

Sea un verso que fluye entre los acordes,
como fluyen los recuerdos de ese viaje inolvidable.
Vengan entonces a mí las imágenes y las risas,
la confianza y el eterno reconocerse. Que pasen
y vean, y no me digan nada y me abracen.

Delineando una realidad paralela, un sueño.
En él, un mensaje. En él, unas pocas palabras...
Y despertarme.


viernes, 1 de enero de 2016

Toca hacer balance

Toca hacer balance.
Tarde tranquila, hoja en blanco.
El año que ahora comienza será,
no será, podrá haber sido y acabará.

No pido mucho. En realidad,
no pido nada que no haya pedido
tantas otras veces. Aunque sea por repetitivo,
al final quizá lo obtenga.

Una mente que viaja entre recuerdos
de unos meses que han quedado atrás.
Y sin embargo, entre estaciones, un reflejo,
un espejismo,
una ilusión de piel suave:
calor atemperado,
noche tranquila,
intimidad.

De repente alguien
apartando imágenes y memoria.

En realidad, es todo un juego.
Siempre un juego.
Una sonrisa que viene y va,
una mirada allá, una caricia imperceptible.
Lo increíble del juego es su ingenuidad.
Su dulce, sutil inocencia.
La creencia de que la noche nos acogerá
nos lleva a perdernos.

Pero no lo olvidemos. El año debe empezar,
y con él
se abren caminos que no conozco.
La incertidumbre.

De repente alguien
convirtiéndose en la señal de un camino al cielo,
con las puntas de los dedos de los pies indicando 
un nuevo este y un nuevo oeste.

De repente alguien
y los recuerdos de otros que no llegaron a ser,
otros que se fueron,
otros que fracasaron.

Pero toca hacer balance, y por encima de todos ellos
se alza lo conseguido.
Soy más yo ahora que nunca,
sí,
y sin embargo aún me queda camino.

Toca hacer balance, en fin,
y sin embargo no logro no pensar
en ese alguien
y en las señales al cielo.
Quizá, y sólo quizá,
sólo el año será nuevo.