viernes, 1 de enero de 2016

Toca hacer balance

Toca hacer balance.
Tarde tranquila, hoja en blanco.
El año que ahora comienza será,
no será, podrá haber sido y acabará.

No pido mucho. En realidad,
no pido nada que no haya pedido
tantas otras veces. Aunque sea por repetitivo,
al final quizá lo obtenga.

Una mente que viaja entre recuerdos
de unos meses que han quedado atrás.
Y sin embargo, entre estaciones, un reflejo,
un espejismo,
una ilusión de piel suave:
calor atemperado,
noche tranquila,
intimidad.

De repente alguien
apartando imágenes y memoria.

En realidad, es todo un juego.
Siempre un juego.
Una sonrisa que viene y va,
una mirada allá, una caricia imperceptible.
Lo increíble del juego es su ingenuidad.
Su dulce, sutil inocencia.
La creencia de que la noche nos acogerá
nos lleva a perdernos.

Pero no lo olvidemos. El año debe empezar,
y con él
se abren caminos que no conozco.
La incertidumbre.

De repente alguien
convirtiéndose en la señal de un camino al cielo,
con las puntas de los dedos de los pies indicando 
un nuevo este y un nuevo oeste.

De repente alguien
y los recuerdos de otros que no llegaron a ser,
otros que se fueron,
otros que fracasaron.

Pero toca hacer balance, y por encima de todos ellos
se alza lo conseguido.
Soy más yo ahora que nunca,
sí,
y sin embargo aún me queda camino.

Toca hacer balance, en fin,
y sin embargo no logro no pensar
en ese alguien
y en las señales al cielo.
Quizá, y sólo quizá,
sólo el año será nuevo.

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