lunes, 26 de abril de 2010

Adiós/Goodbye/Adieu

Dónde están ahora mis ojos en el cielo.

Cuándo notaré los dedos del tiempo rozarme el pelo, como aquella vez. Ya sé que no hay camino, ya lo sé: acabé aprendiéndolo. ¿Y qué?

Dónde están ahora las teclas y las hojas, el Word y mis bolis. Dónde está mi media vida, mis manos y mi mente. Por qué, de repente, apenas soy capaz de armar una frase y ya veo cómo cae, ante mis ojos. Sin gracia. Como una muñeca rota, sin brazos ni piernas.

Una imagen macabra. Una media sonrisa, tan triste.

Ah, mira. El piano. Es Chris Ingham con su melodía desencadenada; moldea mis oídos con agua salada. Mis ojos son las fuentes, y yo el barro. ¿Dónde se esconde lo que antes me inspiraba? Dónde la moto que acelera; dónde el coche que la atrapa; dónde mis sueños, que cosen y descosen como una Penélope drogada.

Ya no escribo. No escribo nada.

Nada...

jueves, 8 de abril de 2010

La verdad pasada es un ceño fruncido en el presente.

Perdonadme, de verdad, por no haber actualizado en tantísimo tiempo.

"Rrrrrrr. Clic-plas. Puerta cerrada tras de mí. Voy encendiendo y apagando luces mientras subo al segundo piso, en busca del refugio y la intimidad de mi pseudo-habitación.

Ahora ya ni siquiera me queda eso. Me han quitado mi habitación, ya no tengo ni esas cuatro paredes que me conocían tanto. Entre ellas he cantado, reído, hecho el amor, leído, estudiado. He vivido en mi habitación, y ahora estoy hacinado en lo que era el despacho de mis padres –y sigue siéndolo-, porque se suponía que iban a arreglarme la habitación.

Pero no se ha hecho nada. Ni se hará. Porque en esta casa nadie se mueve, nadie hace nada. No se cumplen las promesas; el viento se lleva las palabras en cuanto son pronunciadas.

Y ya estoy harto. Ya no confío en mis padres, no consigo mirarles a la cara y pensar “sé que harán lo que dijeron que harían”. Es triste, ¿no? Bah, ya sé lo que Sergio (alias “Marco”) me diría: Víctor, estás siendo demasiado duro con tus padres, y no se lo merecen. Vives muy bien, y te miman muchísimo. Aparte, se van de fin de semana a menudo, y te quedas solo en casa... ¡Y te quejas!

Fran me diría lo mismo, y Alba también.

Lo sé, lo sé, pero... ¿Y qué? Las personas somos limitadas. Tú no, claro, tú eres libre: pero los que estamos aquí, encadenados a la realidad, tenemos que lidiar con lo que se nos presenta diariamente, y tenemos que hacerlo con la experiencia acumulada y el contexto en el que nos encontramos.

Es precioso decir que hay que ser capaces de ponernos en la piel del resto de seres humanos que habitan el mundo. En serio, suena muy, pero que muy bien. Pero, a la hora de la verdad, cuando tenemos un problema o cuando se nos caen los esquemas al suelo, dinamitados, entonces ven y dime, si tienes narices, que me ponga en el lugar de un esquimal que sobrevive a base de grasa de foca.

¿Que vivo bien? Sí. ¿Que cada vez confío menos en la gente? También."

Fragmento de La verdad se esconde, Víctor Ballester.