No necesitas motivos.
Cuando estás solo y las horas
pasan y pesan;
y el silencio es vacío,
y las palabras cuestan.
No necesito motivos.
Como cae la noche y,
con ella, viene el frío,
también mi mirada, mis ganas
de salir adelante,
mi visión del camino.
No necesitamos motivos, no
los necesito. Porque, en la ruta hacia el fin,
me bastará el olvido.
Y en mi caminar, de sur a norte,
habrá mujeres y hombres,
lágrima viva y carcajada.
Seré yo de sur a norte y luego a sur,
y mujeres y hombres.
Pero ya no tú. No,
ya nunca más tú.
Motivos me sobran o faltan.
Y, sin embargo, en cada extremo tú,
mis motivos
y, por siempre, las palabras.
4 comentarios:
me gusta!
firmaré como anónimo, anque quiero que sepas que soy tu fan número uno y que ereh lo máh grande, un JUAPO como hay pocos. Lamento romper con el tono serio de tu blog, pero quería contribuir en la medida de lo posible a aumentar tu popularidad para que seas el próximo Becquer español.
Att. anónima Esther
Y por siempre, las palabras...
Tal vez sea el eco de las palabras lo que resuena.
¿Queremos olvido? ¿Preferimos el eco?
Hay que seguir el camino, motivarse con todo lo que la vida te está ofreciendo, que no es poco.
A tu lado hay caminantes, no un simple camino.
Que el Tú, sea un TÚ verdadero. De YO, de MÍO, de amor propio y luego... Y luego al resto.
exacto Meli, esa es justamente la idea que quiero transmitir: que es preciso identificarse a uno mismo y a sus necesidades en todo momento.
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