No recordaba
el color del mar en invierno.
Ese turquesa infinito,
de calas sureñas y olas suaves.
No recordaba
cómo ver el cielo sin alzar la vista;
cómo nadar sin moverme,
cómo hablar sin palabras.
La sencillez del banco
y toda la gente que pasaba.
La belleza que nace del tiempo,
cuando pasa y te acaricia
y se va sin decir nada.
1 comentario:
Qué suave. Me encanta.
Un beso!
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