Cuando las palabras vengan
-y venga con ellas el frío-
ya estarás lejos.
Te habrás ido
como se fueron todos,
queriendo mirar atrás
y recorrer otros caminos.
No podrá ser.
No veré más tu rosto dormido,
ni recorreré tu espalda
y tus brazos
y tus piernas
con mis cinco sentidos.
No quedará nada.
Me quedará el olvido.
Cuando las palabras vengan
por fin
y, con ellas, venga el frío,
habré llorado y dormido,
llorado y dormido,
llorado y dormido.
Me duelen los dedos,
me duele el pecho y el alma.
Me duele lo vivido.
Cuando vengan las palabras...
Cuando venga el frío.
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