lunes, 25 de octubre de 2010

Tarde en un café

Escribir es bailar sentado.
No importa dónde; los ojos
cerrados y el alma de par en par,
como las puertas a un verano
personal.

Lo poco que yo sé
son unos pasos torpes, de novato.
La veteranía se adquiere, bueno,
bailando.

Lo que importa es el ritmo.
Saber moverse y ser consciente
de que nadie está mirando.
Nadie sospecha
que bailo en un bar,
en mi casa,
en un banco.

Nadie sabe que, no importa dónde,
me muevo al compás de la tinta
y la canción que esté escuchando:

Yiruma y  escribo lento, quizá
incluso nostálgico.
House y acelerado, contento
o atrevido. Gaga enloquecido,
Céline relajado.

Escribir es vivir en la música
y la música (...) En fin:
puedes imaginártelo.

1 comentario:

la chica de los lacasitos dijo...

Bailemos entonces.
Qué coño más da que no sepamos hacerlo de maravilla, que nos pisemos los pies o que parezcamos patos mareados. Bailemos y soltemos toda esta pena, esta alegría... o quizá toda esta incertidumbre.
Porque eso es bailar.
Y para el primero que bailas es para tí mismo.


(sobre todo si bailar en realidad se dice ''escribir'').

Beso de martes bello.